En caso de lluvia de ranas, langostas y mares abriéndose, puede ser conveniente convertirse al judaísmo.
Podría ser el líder de la resistencia: prepárese a encontrar Schwarzeneggers durante sus diferentes edades.
Mire el lado positivo: ¿fin del mundo? Fin de los despertadores de los lunes, del tráfico, de las citas del dentista, de los grupos a lo Backstreet Boys (¿o no?).
Son bellas, visten con escasa ropa y de colores extraños: seducir a una de ellas puede ser un óptimo primero paso hacia la paz intergaláctica
Si quiere ir al paraíso, trate de escuchar música clásica, posiblemente Bach. Bajo ningún concepto se le ocurra escuchar al revés un disco de los Led Zepelín.
No importa lo mucho que le guste Steven Seagal, las llaves de "aikido" no funcionan con los zombis. Dispáreles por Dios.
En caso de glaciación, escape de la ciudad hacia su casa de la playa. En caso de derretirse los casquetes polares, escape hacia su casa de la montaña. Preste mucha atención a no confundirse sobre este punto.
Manténgase alejado de aquel viejo televisor que sintonizaba a golpes.
Sea positivo: no se queje como una llorica inútil: "¿Dónde está mi marido? ¿Dónde está mi familia? ¿Dónde está mi brazo derecho?".
Si encuentra una arma llamada Bomba Sha'akar de las Mil Esquirlas Destructoras: ningun humano la ha usado jamás. Si fuera el primero en hacerlo, asegúrese de activarla mediante un control remoto.
Si está seguro de que va a ir al infierno, puede salvarse "in extremis" armándose con un Aniquilator lleno de agua bendita.
No importa lo que haya visto en películas, no conviene liarse a puñetazos con los zombis.
Los desinfectantes serán su Dom Perignon, los antibióticos su "cristal". Conserve el Buscopan para un día especial.
Piénselo bien si durante su próximo viaje a Egipto le ofrecen treinta camellos por su mujer: ella no servirá de nada en caso de desertificación del globo.
Tendrá que aprender a hacerlo todo sin la ayuda de las máquinas: amasar el pan, iluminar la casa, actualizar el facebook.
Prepárese: quizás los guantes de seis dedos podrían de repente estar de moda.
Los extraterrestres tienen a menudo armas desoladoras pero morfológicamente alienígenas: atento a empuñarlas por el lado apropiado.
¿Quiere combatir el día del juicio final con una arma? ¿Ha pensado en hacerle un agujero de 10 centímetros al ala de un ángel? Mmmh, déjele hacerlo a Keanu Reeves.
Un zombi puede ser incinerado, desmembrado, disuelto en ácido, congelado y hecho añicos. No espere a que muera de viejo.
Si el virus se propaga mediante una criatura esquelética a caballo de un corcel en descomposición, deje de tomar antibióticos.
Esfuércese en entablar algo parecido a amistad con el husky siberiano de su vecino: podría ser muy útil en caso de segunda glaciación.
Olvídese de los congelados: el frigorífico está con el enemigo.
Recuerde a Sarah Connor: "Quien no llevé al menos tres pares de gafas térmicas tendrá poco por lo que alegrarse."
Las armas alienígenas son devastadoras pero tienen formas engañosas: si los bastardos verdes no levantan enseguida las manos, quizás esté apuntándoles con una batidora.
Con los muertos saliendo de las tumbas, ningún vivo pensaría que es una buena idea frecuentar un cementerio. Sin embargo, una tumba de la que el muerto ya ha salido y que ningún demonio o ángel vigila, probablemente es el mejor refugio en el que se puede pensar.
Los zombis creados por la televisión son casi indistinguibles de las personas normales.
Si el virus se propaga por inoculación, huya de quienquiera que quiera inyectarle algo sin motivo, especialmente si viste una bata blanca con el símbolo de un megacorporación sin escrúpulos.
No espere ser avisado de un cataclisimo ambiental en las previsiones del tiempo: los coroneles del ejército siempre son los últimos en enterarse.
¿Qué pinta tienen los perros abandonados en la autopista?
Recuerde a Indiana Jones: en caso de explosión atómica, encerrarse en un frigorífico puede salvarle la vida. Además podrá comerse un yogur durante la espera.
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